Al menos que vivas con familia, tengas tu propia casa, o una hipoteca, estás pagando alquiler (renta) para tu vivienda. Y si te has dado el lujo de rentar cerca del trabajo y vivir en una zona de moda, sabes que sale caro. Un verano como estudiante, yo decidí rentar en una zona de moda y terminé pagando cerca del 50% de mi salario en renta. Estaba pagando tanto en renta, que era pobre por la casa (“house poor” en inglés), todo se me iba en la renta. Tenía poco dinero para salir a cenar con amigos, no ahorraba, y reducía cada gasto posible para vivir en ese departamento.
Rápidamente me di cuenta de que tenía que salirme de ese departamento. Gastar tanto en renta solo añade problemas porque a diferencia de otros gastos, la renta es difícil de reducir. Tarda tiempo mudarte, y terminas atado a un gasto que no puedes reducir fácilmente.
Para evitar historias de terror al quedar pobre por tu casa y terminar comiendo de latas para no endeudarte, busca no gastar más de un 25-30% de tus ingresos en vivienda.
Si recién comenzaste a trabajar puede ser difícil pagar menos del 30%, pero si es posible. No quieres tener una gran parte de tu sueldo atado a tu vivienda. Si a futuro quieres comprar una casa, o sacar adelante un negocio, necesitas ahorrar dinero desde hoy. Al no gastar más de un tercio, te das posibilidades de ahorro. La alternativa es peor: trabajar y no tener ningún ahorro.
Entre más va creciendo tu sueldo, mas puedes pagar por rentar en mejor zona o con más espacio. Pero si tienes otras metas financieras como comprar casa o pagar deudas, es mejor reducir el porcentaje que se va a la renta y ahorrar aún más. Es fácil adquirir un estilo de vida más costoso cuando tus ingresos suben, pero no siempre tiene sentido hacerlo. Si ganas diez veces más que tus compañeros, no gastes diez veces más en renta. Mejor ahorra para alcanzar las metas financieras que en verdad deseas.